3 de diciembre de 2010

Marguerite Yourcenar. Les yeux ouverts (Parte II)


Marguerite Yourcenar. Les yeux ouverts (Parte II)
Some say this world of trouble, Is the only one we need, 
But I'm waiting for that morning, When the new world is revealed. 
Lord, how I want to be in that number, When the new world is revealed 
Oh, when the saints go marching in, Oh, when the saints go marching in 
Lord, how I want to be in that number, When the saints go marching in
(http://www.youtube.com/watch?v=wyLjbMBpGDA -en versión Louis Amstrong-)  
(Canción tradicional, New Orleans. Al acompañar el féretro hasta el cementerio, la banda la
 tocaba como canto fúnebre. A la vuelta del entierro, la tocaban al estilo Dixieland, 
alegre, como la hemos conocido. ¿Curioso, no? 
Imaginemos un entierro así aquí, con la banda tocando una alegre canción a la vuelta 
del cementerio…).
 
Cómo nace un libro. La escritura (y cualquier otra actividad) como artesanía

Aunque hable de libros y escritura os animo a que, en la medida de lo posible, 
penséis en vuestro trabajo u otra actividad que hagáis. Me parece que nos hace verlo de otra manera.
El libro nace…
“Cada libro nace de manera particular, como si fuera un, digamos, la semilla de un árbol. 
Una experiencia transplantada en un libro se lleva con ella el musgo, las flores salvajes que esa tierra en la que ha enraizado. Cada pensamiento que hace nacer un libro lleva consigo una serie de circunstancias, todo un conjunto de emociones e ideas que nunca serán iguales en otro libro”.
“A veces nace cómo una especie de deseo de expresar que es misterioso. Porqué se produce 
ese deseo,
yo no lo sé, pero hay situaciones, reflexiones que piden ser escritas, ser dichas, de forma inexplicable.  
“Escribir un esfuerzo, es un trabajo, pero casi como un juego, y una alegría, porque lo esencial, 
no es la escritura sino la visión. Yo he escrito mis libros mentalmente antes de transcribirlos sobre el papel y, a veces, los he olvidado hasta diez años hasta que definitivamente les he dado una forma escrita… … alguna escena la he visto y he pensado: me he dado cuenta que ni tenía el tiempo, ni la ocasión de escribirla en ese momento, ni siquiera ese mes o ese año, puede que se me olvide incluso pero ya veremos…”.
Se trabaja, se pule
“el método de trabajo varía con cada obra en la medida en que cada una es una enigma diferente 
a resolver. Los pintores también lo dicen: cada retrato plantea un nuevo problema. Incluso Rembrandt debía dudar cuando tenía un nuevo modelo que pintar...” “Ves que algunas escenas son demasiado flojas, algunas situaciones demasiado rígidas; apretar aquí, aflojar allá, es una labor de mecánico”
“Intento eliminar lo que no es esencial, de no dejarme llevar por el adorno, como hacía cuando 
era joven. 
En aquella época creía que tenía que redondear cada frase. Ahora, con más edad y experiencia, busco frases más limpias, imágenes más sencillas, sin tratar de ser original a cualquier precio.¿Ser yo sin maquillaje? ¿Guste o no? 
¿con recetas?
Recuerdo que, cuando me fui a vivir a un piso tras varios años en un colegio mayor,
no sabía cocinar ni un pan tostado. Ese verano, mi señora madre me dictó una serie de cinco o seis recetas que mezcladas daban (se me ha olvidado el cálculo de combinaciones pero pongamos que mezclándolas y haciendo diferentes variaciones me salían unas quince o veinte recetas con las que sobrevivir dignamente). Pero, solía ocurrir que cuando teníamos una cena especial en casa –esa chica que habíamos invitado a conocer “a mis amigos del piso”, por ejemplo- los nervios me atenazaban y por mucho que tuviera la receta delante y la hubiera hecho cien veces, justo ese día no la veía clara. Llamaba a casa, a mi madre, y ante mis preguntas concretas ¿cuánto tiempo lo guiso? ¿Cuánta sal le pongo?, ¿y el el horno a qué temperatura? ella me respondía con “lo que tu veas”, “la justa” “lo que te pida”,… peticiones que mi cazuela en marcha, por mucho que ponía la oreja, no me hacía.
Marguerite, preguntada por si para escribir seguía sus recetas responde –debe haber hablado 
con mi madre- “no se releen nunca las recetas. Solamente los malos cocineros consultan su libro de cocina cada cinco minutos –me estoy imaginando a mi Ana, mirando los minutos que dice el manual de la thermomix que hay que tener la verdura cociendo y poniendo el avisador a 14 minutos 35 segundos-, hay que variar; según el humor hay que cambiar, según los ingredientes que, en ese momento haya a mano. El pan (ella hacía su propio pan) nunca sale dos veces igual. En invierno, por ejemplo, hace mucho frío aquí; y le lleva mucho tiempo al pan comenzar a levantarse; como no se sabe si finalmente se hará, hay momentos que recuerdan al de la escritura.
“…Con la versión definitiva de Memorias de Adriano y Opus Nigrum, sentí claramente cuando 
no podía ya cambiar nada, ni añadir una palabra de más a la obra finalmente finalizada. También así la cocinera (o el cocinero, añado yo)  percibe que es el momento justo de apartar del fuego las legumbres”.
 los personajes toman vida propia (mi proyectos, tu enfermo, su hija, los que se fueron)
“todos están presentes, como están presentes todas las personas que amo o me interesan, 
presentes
o pasadas. Te conozco muy poco pero estarás presente cuando te vayas. Creo que nunca renuncio a un ser que he conocido y desde luego nunca olvido a mis personajes. Les veo, les comprendo. Un personaje creado por nosotros no muere nunca, igual que nunca mueren en este sentido nuestros seres queridos”
“Cuando pasas horas y horas con una criatura imaginaria, o que haya vivido antes, no solamente
la inteligencia la mantiene viva, la emoción y el afecto entran en juego… … hacemos callar nuestra mente, escuchamos, y se oye una voz. ¿qué quiere decirme, qué quiere mostrarme, qué quiere enseñarme? Y cuando le escucho bien, ya no me abandona”
No creo en el más allá, ni en el paraíso ni el infierno (de donde probablemente saldría 
churruscadito) pero, es cierto que, Ramón, mi querido abuelo Ricardo, están ahí cuando quiero que estén. Y, cada uno desde su diferente sabiduría y conocimiento, me ayudan a pensar que es lo mejor en cada caso. ¿A vosotros/as, no?
Curiosamente, Marguerite piensa algo parecido: “Parece que todo lo que he querido 
que expresara Adriano, refleja de alguna manera sobre mí. Su lucidez da fuerzas a la lucidez que me falta en ocasiones; en momentos de crisis, me acuerdo de las que el sufrió y superó; su disciplina augusta, su virtus augusta me mantienen y sobre todo me viene muy bien su patientia.       
se depura
Marguerite, por si alguno quiere escribir -aunque, de hecho, todos escribimos aunque
no sean textos literarios- nos da un truquito: “a la tercera o a la cuarta revisión, armada con un lápiz, releo el texto, ya casi acabado, y suprimo todo lo que se puede suprimir, todo lo que me parece inútil. Ahí, triunfo. Escribo al final de la página: he suprimido siete palabras, he suprimido diez palabras,… Estoy feliz, he suprimido lo inútil.
“Cuando siento que he dicho todo lo que quería decir y que lo he dicho también como 
me era posible tengo la versión definitiva. En ese momento, tengo claro que está terminado, que esta finalizado”.
se disfruta
“Entonces experimentas un sentimiento maravilloso –que experimento con otras cosas,
no solamente con los libros-, la satisfacción y la sorpresa de haberlo logrado con éxito, de agotamiento, de haber llegado al final. Supongo que es así lo que siente el deportista cuando llega a la meta, no estando seguro de que si iba a llegar”.
Es cierto que cuando algo te ha costado esfuerzo, le has puesto empeño, has hecho todo
lo que estaba en tus manos y has logrado lo que querías, sientes ese cansancio, mezclado de alegría, de alivio, de bienestar, de paz, ya sea tras correr una maratón, acabar un proyecto, ver que tu hijas han soltado amarras y que tienen sus raíces pero también alas para volar, realizar una complicada operación, acompañar hasta el final a un ser querido. Y en esos, momentos, fugaces pero intensos y profundos sientes algo parecido a la felicidad. Y, curiosamente, esto no ocurre cuando algo te viene dado (bueno si es el bote de la primitiva, sí; y si encima no has comprado número, como es mi caso, más¡).
Según voy reescribiendo lo que he leído veo muchas similitudes entre la escritura y otras 
actividades, incluso, la más general de todas, la vida.
La universalidad de la persona (pese a quien pese)
y los negro espirituals
Yo creía conocer la vida pero fue realmente día que me encontré 
en el anonimato total 
de las grandes ciudades americanas, en una civilización que todavía hoy siento muy diferente a la europea, ya sea en las rutas del sur o Nuevo Méjico o en la región en la que vivo (Maine, al Norte de Nueva York), cuando aprendí un poco de la locura humana y cómo cada uno está obsesionado por sus propias preocupaciones, y cómo, en el fondo, todos nos parecemos. Esa experiencia me fue útil para aprender a ver al otro como un igual.
(A propósito de si está interesada en autores extranjeros) Es mucho decir que alguien es
extranjero para ti, absolutamente extranjero. Pienso en Dickens –me gusta mucho Dickens- y a veces me digo que mi literatura y vida está muy alejada de la suya, ¿pero es así? Hay en su mirada a la pobreza, a la miseria de Londres, muchos detalles que corresponden a lo que entiendo por la caridad. Siempre hay en cada elección algo que no es necesariamente lo esencial del hombre pero que basta para unirnos, emparentarnos, en lo más profundo.     
Marguerite Yourcenar dedicó una parte de su tiempo de trabajo literario a traducir
letras de “negro spirituals”. Cuando leí esto me emocionó porque hubo una época, cuando tras horas de estudio seguía sin entender un pimiento de Mecánica de 2º y la frustración y el desánimo podían conmigo, ponía unos casettes (¡cómo suena esto, eh? ¡prehistórico¡) de The Golden Gate Quartet –quienes popularizaron los “negro spirituals”- y conforme iban pasando las canciones acababa tarareándolas, improvisando una batería y haciendo el coro-berreo a estas cuatro maravillosas voces que formaban el grupo y el buen humor y las energías para volver al ataque volvían. A lo mejor el grupo no os suena pero canciones como “Oh, when the Saints go marchin’n’” seguro que sí. Una de mis preferidas eran Swing Down Chariot y, gracias a youtube he podido recuperarla y verles a esta buena gente cantándola (http://www.youtube.com/watch?v=wyLjbMBpGDA).
A lo largo del siglo VVIII y las primeras décadas del siglo XIX,
los esclavos de los estados del sur, fueron creando un cancionero propio, en un primer momento muy relacionado con los cantos de trabajo de origen africano y siempre tienen una letras muy muy emotivas. Además del contenido religioso, los espirituales constituyen una verdadera crónica de la vida de los oprimidos. Hablan del sufrimiento y de las pruebas que hay que superar, de las luchas por la liberación, de la búsqueda de un hogar... Cuenta Marguerite que “del estudio de estas letras aprendió mucho de la unidad profunda de todas la raza humana (en singular, sin rh del signo que sea –nota del traductor metomentodo-) ante el dolor… .. Los Negros logran expresar con este “idioma” el dolor, la muerte, la piedad, el éxtasis religioso y también los recuerdos lejanos de sus ritos iniciáticos indígenas, mediante los que iban a la montaña solos a buscar a Dios”.
Y nos cuenta cómo ella cree que “ es necesario reaprender a amar la condición humana tal y 
como es, aceptar sus limitaciones y sus peligros, volver a coger las cosas de cero,
 renunciar a los dogmas de partidos, países, clases, religiones, todos intransigentes y, 
por tanto, mortales. Cuando amaso el pan, pienso en las personas que han sembrado el trigo, 
en los especuladores que han hecho subir artificialmente el precio, a los tecnócratas que 
han arruinado la calidad poniéndose el servicio de los grandes intereses. Pienso en las personas 
que no tienen pan, y en aquellos que tienen demasiado, pienso en la tierra y el sol que han hecho 
crecer el trigo y pienso en cómo todos estamos interrelacionados y debemos trabajar juntos. 
Aunque parezca sea imposible, hay que intentarlo”. 
 

Y, para acabar, el feminismo (a ver si salgo de esta con ayuda de Marguerite…)
  
Para que no me critiquen mis amigas –no creo porque estarán de acuerdo-, casi voy
a dejar que sea Marguerite Yourcenar quien diga lo que yo opino:
“Estoy contra todo particularismo de pais, de religión, de cualquier especie. Por lo que no contéis
conmigo para que lo haga con el sexo (género, se dice ahora). Creo que una buena mujer vale tanto con un buen hombre, que una mujer inteligente vale igual que un hombre inteligente. Es simplemente verdad. Si se trata de luchar porque las mujeres, a igualdad de méritos, reciban el mismo salario que un hombre, participaré en esa lucha…
…pero también encuentro lamentable ver a la mujer jugar a dos cartas. Ver, por ejemplo, 
revistas que, para adaptarse a la moda (porque las opiniones son también modas) publican 
artículos feministas supuestamente incendiarios, ofreciéndoles a sus lectoras que las ojean 
distraídamente en la peluquería, el mismo número de fotografías de guapas jovencitas
–o más bien chicas que serán guapas si encarnan el modelo publicitario deseado-. 
… que las feministas acepten este tipo de mujeres objeto me sorprende. Me sorprende q
ue continúen siguiendo de forma gregaria los dictados de la moda, como si la moda y elegancia fueran la misma cosa. Y me sorprende que millones de mujeres acepten, en una total inconsciencia, el suplicio y la tortura sobre animales para probar en ellos futurtos productos cosméticos o su muerte en el hielo para poder lucir vestidos, bolsos o zapatos de pieles.
coches usados o mujeres usadas...

       Que lo compren con el dinero ganado trabajando, con el de su marido o con el de su 
amante no cambia la cosa. El día en que las mujeres hayan conseguido prohibir que una jovencita con aire desafiante fumando empuje a sus lectores o lectoras a fumar cigarros que en la misma página en la que abajo en tres líneas casi ilegibles declaran el tabaco cancerígeno, la causa de las mujeres habrá dado un gran paso.     
En definitiva las mujeres que se quejan de “los hombres” y los hombres que se quejan de “las mujeres” 
me inspiran un inmenso aburrimiento como todos los que se llevan por clichés convencionales. Hay virtudes específicamente “femeninas” que las feministas hacen mal en desdeñar lo que no significa que hayan sido exclusivas de las mujeres: la dulzura, la bondad, la fineza, la delicadeza, virtudes tan importantes que sino las tuviera al menos en una pequeña parte no sería un hombre sino un bruto.  Y hay virtudes llamadas “masculinas” que no significa que todos los hombres las posean: el coraje, la resistencia, la energía física, el dominio de sí mismo,.. y que la mujer que no las tuviera aunque solamente fuera una pequeña parte no sería una mujer sino un paño, por no decir un trapo”
Pienso como ella que me gustaría que estas virtudes complementarias nos hicieran a
todos mejores, hombres o mujeres pero que pretender suprimir las diferencias que existen entre géneros, tan variables e imprecisas como pueden ser las diferencias sociales, me (nos -a Marguerite también-) parecen deplorables como todo lo que empuja al ser humano de nuestro tiempo hacia la uniformidad. 
 
¿Cuándo dejaremos de ver anuncios de servicios sexuales en los periódicos, 
muchos de ellos pretendidamente de izquierdas (pienso en uno de mi ciudad) y otros pretendidamente católicos (y pienso en otro también de mi ciudad)?

acabemos con un bello amanecer en
Mount Desert Island donde vivió y murió Marguerite.

26 de noviembre de 2010

Marguerite Yourcenar. Les yeux ouverts (Parte I)

“Él (jóven Zenon –de Opus Nigrum-) está totalmente seguro de que lo que 
quiere y de lo que no quiere. Vive en él y para él. Rechaza vehementemente lo 
que no le gusta y se cree libre de hacerlo. Pero como lo he dicho alguna otra vez, 
una persona necesita toda su vida para adquirir la libertad que creía poseer a los veinte años”.
M. Yourcenar


Marquerite Yourcenar, una gran mujer (y escritora y lúcida pensadora y…)


Su nombre real era Marguerite Cleenewerck de Crayencour (siendo Yourcenar un 
anagrama de Crayencour). Nació en Bruselas en 1903 y murió en Estados Unidos, 
cerca de la isla de Maine en 1987. Novelista, poetisa, dramaturga y traductora
 francesa (wikipedia dixit - Francia, capital….Bruselas¡)  de familia aristócrata 
fue la primera mujer que entró en la Academia de la Lengua Francesa -antes 
ya había entrado en la Belga.
En el libro, Yourcenar cuenta que hasta los 35 años nunca había visto una
 foto de su madre –que murió tras haber dado a luz a Marguerite- , y que su 
tumba la visitó por primera vez a los 55 años. Fue una niña solitaria y privilegiada 
que fue creciendo en un medio natural, rodeada de animales, de personas
 de servicios, de sus tíos y primos, de su abuela, de los niños del pueblo,
 rodeada toda clase de gente, pero sola. “Pero quizás sea necesario amar 
la soledad para no llegar a estar solo”. Porque aprendiendo a aceptar, a vivir, 
a amar el frío invierno, recogiendo nuestro árbol, podemos disfrutar con más
 alegría de la llegada de la primavera, nuestras hojas y flores y el canto de
 los pájaros al acercarse a ellas.   
Durante mis años de universidad leí sus dos obras más emblemáticas –“Memorias 
de Adriano” y “Opus Nigrum”- y “Archivos del Norte” pero me había olvidado de 
esta mujer hasta que por azar (luego hablamos de la autora y su idea del 
destino o la casualidad) me llamó la atención la foto de la mujer de la 
portada de un libro, una mujer, de sonrisa apacible que miraba al horizonte
 con sus ojos claros que me parecieron de niña. El libro se titulaba 
“Marguerite Yourcenar. Los ojos abiertos” y era una especie de larga
 biografía a modo de entrevista o entrevista a modo de biografía con 
M. Galey, escritor y crítico francés en la casa en la que vivió durante 
cuarenta años y murió, en una pequeña isla, al norte de la coste Este
 de los Estados Unidos.
Mount Desert Island, donde vivió sus últimos años junto a su compañera
Ha sido el libro que me más me ha gustado/impactado desde hacía mucho tiempo. 
Me ha enseñado, me ha hecho reflexionar (y algo he aprendido), me ha entretenido, 
me ha emocionado y, me ha dejado con la pena de no haber podido ser yo quien le 
hubiera hecho esa larga entrevista. Un libro que merece la pena para los que han leído 
obras suyas y para los que no las han leído, porque querrán leerlas.
El libro es riquísimo ya que en sus páginas, a través de las preguntas de Galey 
y las respuestas de Marguerite Yourcenar, se va contando la historia del siglo
 veinte, se repasan sus obras, se debate sobre temas que no han perdido, treinta años
 después, ni un ápice su actualidad. Va desgranando su pensamiento en estas 
conversaciones y largos monólogos, para hablar, entre otras cosas, de su escritura 
y sus autores favoritos, o de la importancia de los protagonistas de sus obras, 
especialmente Adriano (Memorias de Adriano) y Zenón (Opus Nigrum). También
 reflexiona sobre su infancia, el feminismo, el medio ambiente, el amor a los animales, 
la religión y los asuntos espirituales, el racismo, el aborto o la política; sobre 
cómo debería ser la educación de los niños o sobre lo complejo de vivir. Toda una
 lección de vida impartida por esta autora compleja y sin prejuicios y que aseguraba 
que le gustaría morir "con los ojos abiertos".
Por eso, y teniendo razón M. Yourcenar cuando, al hablar de sus lectores dice que
 “cada uno al leer mis libros, se fija en las cosas que se les hacen familiares, cada uno
 detecta  las facetas que reflejan su propia vida” contaré lo que me ha llamado la 
atención, lo que subrayado y las cosas que se me han ocurrido al leerlo.  Sabiendo que,
 si este libro lo hubiera leído hace veinte años o lo leyera dentro de veinte, 
los subrayados serían diferentes. De hecho, a veces releo algún libro y me suelo 
preguntar en qué estaría pensando cuando subrayé una determinada idea, diálogo,… 
pues no me dicen nada ahora.
Debo confesarlo. Soy un maltratador de libros. Por eso, tengo libros que están limpios
 y cuidados y otros que están llenos de subrayados, esquinas de páginas dobladas, 
comentarios al margen, párrafos tachados,… “Marguerite Yourcenar. Les yeux ouverts”
 ha quedado hecho un desastre. De hecho me recuerda un libro que inadvertidamente 
dejé al alcance de mi hija María, dos años por aquel entonces (snif, snif,…), quien
 volcó su energía, creatividad, pasión artística y todo su arsenal de plastidecors 
sobre ese inesperado y atractivo lienzo-.
Pero no os fiéis de mí. Compradlo. A pesar de que lo que leáis escrito por mí no os guste.
 De verdad. “Marquerite Yourcenar. Los ojos abiertos”. Editorial Plataforma (editorial 
que dona el 0,7% de sus beneficios a diferentes ONGs. No es mucho pero yo no 
doy tanto). (Mi amigo, tan amante de la buena vida como de Chuck Norris 
-¡Es como Dr. Jekill y Mr. Hyde¡-, que compre las colecciones completas de cómics 
manga de Monster, Barrio Lejano y La Espada del Inmortal…). No me llevo comisión,
 lo prometo. Leedlo, ¡tratadlo como se merece¡, y si después me/nos contáis
 lo que habéis subrayado, tachado, remarcado,.. Seré feliz de compartirlo.
 
de la educación
Nothing in education is so astonishing as the amount of ignorance it accumulates
 in the form of inert facts (No hay nada más sorprendente en la educación 
como la cantidad de ignorancia que acumula en datos inertes).   
Henry B. Adams
Nadie decidió que no fuera al colegio. En realidad fue una decisión pasiva. 
No era raro en aquella época que los niños (de familias acomodadas) no fueran 
al colegio. Tuve una buena serie de tutoras pero contaban poco. Yo diría incluso 
que no contaban nada. Me enseñaban aritmética, historia de Francia, pero tenía 
la impresión de que aprendía más cuando estaba sola, lo que resultaba cierto.   
Las matemáticas no eran mi fuerte. Encontraba que los problemas eran ridículos: 
¿qué suma de frutas se obtiene cuando se llena una cesta con tres cuartos de 
manzanas, un octavo de melocotones y dos sextos de cualquier otra cosa? Yo no 
veía el problema; me preguntaba porqué habrían organizado la cesta de esa manera,
 por lo que, el problema no tenía solución.
Pienso en la lección sobre tipos de bacterias, virus, bacilos y sus diferentes tipos 
y colores que memorizaba la pobre Paula (10 años) para su examen de “Cono”. 
Y pensaba con fastidio que más de treinta años después, Paula estudia como yo. De memoria.
Muy crítica, como no, con lo que ha resultado ser la democracia (un cheque en 
blanco cada cuatro años), es especialmente crítica con la ignorancia que reina 
actualmente tanto en las democracias como en los regímenes totalitarios. Una
 ignorancia tal que solamente puede ser debida al interés que tiene el sistema 
(o el régimen concreto) en que estemos entretenidos (fútbol, la princesa del pueblo,
 la crónica de sucesos macabros, la crónica rosa fosforito,…) y no pensemos, 
que no interesa (no vaya a ser que nos dé por sublevarnos).
Ante la pregunta de qué es lo que debiera enseñarse en los colegios, responde:
Siempre me ha gustado reflexionar sobre lo que debiera ser la educación 
(no universitaria) yo creo que debiera haber unos estudios de base muy simples,
 que enseñaran a los niños que existe en el seno del universo un planeta en el que
 deberán más adelante gestionar sus recursos, que depende del aire, del agua, 
de todos los seres vivos y que el menor error, la menor violencia puede correr 
el riesgo de destruirlo.
Les enseñaría que los hombres se matan entre sí en guerras que nunca han hecho 
nada más que producir nuevas guerras (el último Premio Nobel de la Paz, el becario 
de Michelle Obama, al recoger el premio justificó la guerra para detener otras guerras;
 lo que Bush II, el Sanguinario –serían sus asesores, pues lo creo incapaz de crear
 semejante contradicción de términos- denominó guerras preventivas) y que 
cada país organiza su historia, falsamente, para halagar su orgullo (¡y contentos 
si no es para crear razones para odiar a otros países!).
Les enseñaría lo suficiente del pasado para que se sientan ligados a los hombres
 y mujeres que les han precedido, para que admiren a los que se lo merecen  
(no por ganar guerras, por conquistar países, por expulsar a “los otros”,…)  
pero sin idolatrarlos…”.
Trataría de que se familiarizaran a la vez con los libros y con las cosas; 
que supieran los nombres de las plantas, reconocieran los animales sin 
obligarles a hacer odiosas vivisecciones impuestas a los niños y adolescentes 
bajo pretexto de la biología; les enseñaría a dar los primeros cuidados médicos 
a los heridos, a ver y cuidar personas enfermas y terminales;
Les daría también nociones simples de moral sin la cual la vida en sociedad 
es imposible, unas nociones que en los colegios ya no se atreven a dar  
(o la dan en forma de preceptos o leyes que, de no cumplirse son pecado 
y, si no se los cuentas a un señor de color negro, rojo o morado, te quemas 
en una hoguera). En materia de religión (ella, católica) no les impondría 
ningún dogma, pero les enseñaría un poco de todas y cada una de las 
grandes religiones del mundo, y sobre todo de aquellas del país en que
 vivan para despertar en ellos el respeto y destruir algunos prejuicios.
Les enseñaría a amar el trabajo cuando el trabajo es útil y a no dejarse
 llevar por la impostura de moda, comenzando por las que les lanza a 
comer dulces más o menos adulterados, preparándoles las caries y las 
diabetes futuras.
Hay formas de hablar a los estudiantes de cosas verdaderamente 
más importantes de las que se les habla”                 
Si tenéis un rato, por favor, ved este video. Os gustará y veréis a 
vuestros hijos y la educación que le queréis dar de otra manera. Creo que 
es el video más interesante que haya visto en youtube. Es divertido, interesante 
y… muy cierto. Dedicadle los quince minutos que requiere. No os arrepentiréis.
http://www.youtube.com/watch?v=1rYVMMkmJJI&feature=related   
(los primeros 24 segundos son publicidad pero bueno…)
http://www.youtube.com/watch?v=6OkKRf4HrUA&feature=related
 

El destino en nuestra vida
 
Cuente Marguerite que Rabindranath Tagore le escribió una carta en la que 
le proponía ir a estudiar a su universidad de Santikinetan, en India. Pero en 
aquella época, en la que ella tenía diecisiete años, una chica no abandonaba 
a su familia para irse a India. Todavía no estaban de moda los autobuses 
de hippies yendo al Nepal, ni las Becas Erasmus (una madre del colegio 
me dijo que ahora las llamaban “Becas Orgasmus” y que su hija no iría 
a estudiar fuera ni de broma…).
Dice que desde entonces siempre ha sido muy sensible al hecho de que 
cada acción, cada decisión (o indecisión, que no deja de ser una decisión 
–seguir igual-), incluso la más pequeña, abre y cierra una puerta. Muchas 
veces se arrepintió de no haber ido. ¿Hubieran ocurrido otras cosas? ¿Habría 
vivido con otras personas? ¿Cómo habría sido su vida? ¿Habría llegado o 
no al mismo punto?
Cuántos encuentros de nuestra vida, cuántas relaciones humanas se surgen 
o pasan de lado simplemente por el hecho de que “se da una moneda o un 
recorte de prensa a cambio de un sello o un periódico, sin conocer de nada 
a esa persona. Hacemos todo de una manera automática, que pudiera ser novelada, 
aunque esto parezca extraño ya que ni pensamos en ello”. Esto lo subrayé 
muy fuerte. Tendré que ver porqué…
Para ella el azar, la casualidad, el destino,… son una constante en su pensamiento 
–y en el mío, ¡¡salvando las distancias entre la profundidad, calidad e inteligencia de 
su pensamiento y el mío-. Cree enormemente “en el papel que el azar, la fortuna,
 la casualidad (no la causalidad) juega en todo. Y por azar entiende el entrecruzamiento
 de eventos producidos por causas muy complejas como para que nosotros podamos 
definirlas o calcularlas, y que, en cualquier caso, no parecen (¡qué prudente soy¡ 
-este comentario es suyo-)… dirigidas por una voluntad exterior a nosotros”
De “Archivos del Norte” -segunda parte de una trilogía familiar en la que se propuso 
evocar el pasado de una familia “contando lo que sabía de la misma y sin inventar 
lo que no sabía” que empieza con su nacimiento y el resto de protagonistas que 
van apareciendo en la novela son sus parientes más próximos (su abuela Noemí, 
interpreta el papel de la villana de la historia, una especie de "bruja malvada") tenía 
subrayado –curioso- que “a las personas no les gusta descubrir cómo depende 
su vida del azar, les avergüenza. Les gustaría tener una vida más o menos 
controlada por ellos mismos; y, si no es por ellos, por sus pasiones, sus amores,
 incluso por sus errores. Les parece más bello e interesante. Pero que haya 
dependido simplemente del autobús que ha cogido…” y en el que estaba 
esa chica que después…
Para ella (y para mí) nada está predestinado ni hay una organización extremadamente 
sabia de la cual nosotros no vemos más que una pequeña parte. Al contrario, 
vivimos en un caos –en el sentido de imprevisión- del cual surgen millones de 
vidas posibles de las cuales con nuestras decisiones o indecisiones vamos 
eligiendo, dibujando, la nuestra. 
“Zenon se mira en un espejo, ve docenas de hombres –es un pequeño espejo 
de varias caras que yo conocía, que había visto en una casa en Lübeck- y 
después se va. Esta imagen es el símbolo de todos los Zenon posibles todavía
 a su edad: tenía cincuenta años”. 
 Y…¿el destino de nuestra vida?
Marguerite estaba convencida de que el destino de nuestra vida era ser útiles. 
Lo cual dicho así parece fácil… o no… no sé. El caso es que, en su caso, 
decía que había escritores útiles y perjudiciales. Éstos últimos eran los que
 escribían deformando o falsificando (incluso inconscientemente) para obtener
 un efecto o un escándalo (y, en definitiva, popularidad y dinerito); si se deja
 llevar y sigue las opiniones de aquellos en los que no cree (para que no se le 
enfaden, no le contraten y se quede sin dinerito).
Un escritor es útil si apela a la lucidez e inteligencia del lector, si trata de que 
piense por si mismo y aprenda a cuestionar sus prejuicios, si le hace ver y sentir
 lo que el lector no habría visto ni sentido sin él. “Si mis libros son leídos y
 llegan a una persona, una sola, y le ayudan de alguna manera, aunque
 solamente sea por un momento, yo me considero útil”.  
Primero ser útiles al hacer lo que hagamos, seamos médicos, seamos, 
profesores, seamos ingenieros -por poner las sencillas-, o seamos padres 
o madres, maridos o mujeres, hijos o amigos –por poner las difíciles-,… 
haciéndolo mejor cada día, de forma honesta. 
“Después tratar de dejar tras nuestro un mundo más limpio, un poco 
más bello de lo que era cuando llegamos, aunque el mundo sea un patio 
trasero o una cocina. Si el pasaje de Souvenir Pieux sobre los elefantes 
masacrados a desanimado a un solo ricachón desocupado de ir a cazar 
elefantes a Africa o a una sola mujer de comprar un complemento de 
marfil, sentiré que haber escrito este libro ha merecido la pena”. 
Y todo ello sin perder la esperanza y la ilusión. Aunque parezca imposible 
(“lo hicieron porque no sabían que era imposible”, cita que nunca he conseguido
 saber dónde la leíe y quién la escribió pero que es un mantra que me recito en 
ocasiones cuando las cosas no van bien), hay que intentarlo. “Lucha como
 si la lucha sirviera para algo, trabaja como si el trabajo sirviera para algo” 
(del poema Bhagavad-Gita, “biblia” del hinduismo, en el que el guerrero Aryuna
  busca respuestas en la divinidad Sri-Krishna).
Me sorprendió por todo los prejuicios, probablemente muchos de ellos justificados,
 que tengo ante la religión y la palabra “santo” (teniendo en cuenta que muchos
 de los así denominados se ganaron su santidad rebanando cabezas de infieles, 
expulsando judíos de sus países, comprando favores en la Santa Sede,… 
no sigo, que me caliento…). Pero dice Marguerite tomando una cita de otro 
escritor francés que “No hay más desgracia, que la de no ser santos”. Ella 
misma reconoce que “la palabra da miedo. Pero ser santos depende de 
nosotros mismos, ya que depende de nosotros mismos ser mejores cada 
día. Estoy firmemente convencida de que el principal objetivo de esta vida
 es ser un poco mejores cada día. No hay otro ni más importante ni más 
trascendental” ni más enriquecedor ni que nos haga más felices.  
Como he estudiado en colegio de curas, bueno, eran hermanos (maristas),
 o sea primos hermanos de los curas, y me han enseñado a aborrecer las 
palabras “religión”, “bondad”, “sacrificio”, “hacer el bien”,… esto me cuesta 
escribirlo porque me parece que les estoy dando la razón. Pero bueno, uno
 se hace mayor y tampoco pasa nada. Quizás no se supieron explicar o yo
 supe o no quise entenderles (o ellos estaban en mi misma situación y tampoco
 se lo habían explicado del todo bien).
Pero es cierto que no hay nada que nos haga más felices, de verdad, en el
 fondo, que dure más que un rato, que “hacer el bien” -echar una mano a 
un compañero de trabajo, ayudar a un amigo en apuros, colaborar con tiempo 
y, si no, con dinero con una organización que trabaja por los más desfavorecidos
 y lo mal que te sientes cuando has hecho justamente lo contrario y superarte 
a ti mismo ya en un nuevo reto en el trabajo, en una relación, en una afición… 

Marguerite lo ponía en boca de Adriano, tras darse cuenta del mal que consciente 
o inconscientemente había hecho y, muy especialmente a su amigo y amante 
Antinous, “Si hubiera sido más listo, hubiera sido feliz hasta la muerte”.
Pero ¿porqué somos tan tontorrones que nos cuesta menos hacer la puñeta 
y poner a caldo a quien se tercie que ayudarle y aceptarle y reconocerle, y, 
por tanto, somos tan infelices?. Un buen amigo y antiguo compañero de trabajo 
me mandó un día un email que decía “!!cuándo no vamos a dar cuenta que 
estamos aquí para hacernos la vida más fácil los unos a los otros¡¡”. 
Si lee, esto, se reconocerá.   


29 de octubre de 2010

Groucho y yo (5 y última parte) Snif, snif,...

 
(Para Cristina, amiga babiana, que no lo leerá ya que mis correos de vienen devueltos)
(y para el resto de los Hermanos Marx –que también eran Marx Bros-)
"Es mejor permanecer callado y parecer tonto 
que hablar y despejar las dudas definitivamente."
G. Marx
… y abriendo el camino a El Club de la Comedia
Nos quedamos contando cómo a Groucho Marx le gustaba romper moldes y cuestionar 
lo obvio y rerirse de lo establecido y cómo se encontraba con gentes que, de entrada,
 estaban en contra de cualquier cosa que no fuera “como siempre se han hecho las cosas”. 
Cuenta como le ocurrió algo parecido la primera vez que presentaba en televisión “You
 bet your wife (¿se apuesta su esposa? –no creo que signifique eso porque si fuera así,…
será ¿Apuesta con tu esposa? -¿¿Algún traductor en la sala?? ) después de haber estado 
funcionando con mucho éxito en la radio durante varias temporadas. Lo primero que le 
preguntaron fue cómo iba a ir vestido. Sorprendido les contestó que llevaría un traje normal, 
se sentaría en un taburete alto y preguntaría acerca de sus vidas, tal y como había estado
 haciendo en la radio.
Un hermano de sangre de los obstruccionistas de los que os he hablado, se adelantó y dijo
 “Sr. Marx, debe ser consciente que esto no es la radio. Esto es la televisión y la televisión
 es como el cine pero en una pantalla pequeña. La gente espera acción. No puede sentarse
 ahí como un buho en una rama (este tipo era un realmente listo). “Tiene que andar de forma
 simpática por el escenario-“ insistía.
Basura -  dije.
 Basura, basura¡ exclamó le mientras saltaba y se movía de un lado para otro moviendo los
 brazos. -¿Qué clase de respuesta es esa?-, me increpó.
 “-Una no muy buena”- concedí. “Pero usted tampoco es Ring Lardner (periodista  
deportivo y escritor satírico estadounidense y para algunos críticos uno de los 
mejores escritores de relatos breves de Estados Unidos)- me defendí.
-¿quiere usted decir que se va quedar sentado en una banqueta sin moverse nada? 
–me preguntó.
- Ni un músculo- precisé
- Pero usted no puede hacer esto¡- insistía”
Groucho hizo lo que tenía pensado y el programa, además de alcanzar las cotas
 más altas de audiencia de esos incipientes años de la caja tonta, dio paso a lo 
que ahora llamamos el Club de la Comedia, y esos monólogos en ocasiones tan 
divertidos (Buenafuente, El Gran Wyoming, EVA GONZALEZ –dejarla por la 
Carbonero…- Iker, sabía yo que nadie es perfecto, tu tampoco.) y en otras 
tan flojos (Pablo Motos,…). Esto, como todo, es opinable pero a mí me gusta 
más el humor ácido. Pero hay que darles le mérito que merecen cuando los
 únicos medios son tú y tú y tú.
Así fue y así se lo contamos Groucho y yo (pero antes de despedirnos
 pasaremos por Babia…) 
“Tras la muerte de Thalberg (murió a los 37 años y fue conocido como The Wonder
 Boy -"el chico maravilloso" o "chico de oro"- hábil productor que elegía buenos 
guiones, seleccionaba a los actores adecuados y contrataba al mejor equipo, 
hacía rentables todas sus películas y fue el primero en hacer “películas de productor” 
  donde el productor tiene mucho que decir, es un hombre clave en la película)
 mi interés en el cine se desvaneció. 
Continúe apareciendo en películas pero “mi heart was in the Highlands” (lo que 
nosotros llamamos “estar en Babia”) que, para los que no lo saben, Babia 
es una comarca del norte de León, idílica y poco conocida –no se lo contéis 
a nadie- lindando con Asturias, llena de verdes pastos y donde el río Sil es 
todavía un arroyuelo que saltas incluso con mi limitada agilidad. Ya que soy 
leonés consorte, os cuento el porqué del dicho. Bueno hay dos versiones: 
La primera más divertida: En la Edad Media, los reyes de León escogían este 
lugar para su reposo y cazar, el cual les permitía alejarse de las tareas 
cotidianas de la corte. Según la tradición, esto originó el dicho "estar en Babia", 
ya cuando el Rey, aburrido en las largas sesiones de la Corte, se distraía el 
resto de los presentes, dándose codazos y riéndose decían que "El Rey 
está en Babia" soñando con aquellos lugares donde tan feliz era cazando y 
alejándose de las tareas propias de su cargo. Curiosamente, nuestro rey 
actual también se queda dormido en las entregas de los premios Cervantes 
y otros actos que se prolongan más de lo que su resistencia al aburrimiento 
aguanta ¿Dónde estará….? –la reina siempre más profesional o porque se peque
 los párpados o porque lo que veamos es una careta siempre es más profesional-. 
Es lo que tiene tener monarquías modernas…
La segunda, más bucólica, hace alusión a los pastores babianos que 
pasaban los inviernos en Extremadura con sus rebaños y recordaban con nostalgia
 su Comarca. Tanto echaban de menos su tierra que sentados junto al fuego, por las 
noches quedaban ensimismados y su mente volaba a Babia. Así hasta que otro pastor
 les sacaba de sus sueños diciéndoles " Despierta, que estás en Babia".
Para hacer más patria consorte, si tenéis la suerte de poder ir, escoger esta posada-casa
 rural http://www.elrincondebabia.com/ , no os arrepentiréis ni por el lugar, el Sil naciente,
 la casa, la pareja que los regenta, la paz que se respira en el lugar –siempre que no 
os ocurra como a nosotros que la pasamos con Paula, María… y sus respectivas varicelas-.
Volvemos con Groucho. “Mi canto del cisne  (última obra o actuación de una persona; a 
pesar de que el cisne no canta nunca -lo más emite un ronquido sordo- existe una leyenda 
antigua que afirma que emite el canto más melodioso como premonición a su propia muerte)
 fue “Una noche en Casablanca” fue una aventura independiente de la que nos llevaríamos
 un porcentaje de los beneficios…. …Sé que puede parecer una exageración pero durante 
el rodaje Harpo me dijo que se podía oír, por encima incluso del diálogo, el crujido de mis 
huesos. Un día, tras una particularmente dura jornada, llegamos a la conclusión que estábamos
 perdiendo energía e ilusión (y sin eso no se hace nada bien- nota del traductor métome-en-todo)
y que era hora de que lo dejáramos ahora que todavía estábamos parcialmente vivos.
Había escenas que estaban pensadas para más acróbatas (para jóvenes acróbatas) que para
 tres cómicos maltrechos pero que nosotros soportábamos bravamente. Teníamos que hacerlo.
 Para empezar nos caía bien el productor. En segundo lugar, y más importante, éramos dueños 
de parte de la película. Si fallaba, no sacaríamos dinero ni para pagar un coloca-huesos que
 reparara nuestros marcos.
Cuenta que la jornada empezaba a las ocho de la mañana lo que implicaba arrastrase de
 la cama a las 6, prepararse, desayunar y coger el coche –aprovechando los semáforos 
en rojo para aprenderse el guión-. “Luego había que hacerse el gracioso lo cual no era fácil
 en un lugar de luz tenue diseñado siguiendo el diseño de los antiguos mausoleos. En el suelo 
había cientos de cables y cuerdas, todas ellas puestas deliberada y estratégicamente para que 
tuviéramos que ir saltándolos.
Este párrafo me resultó especialmente divertido. “Encima no hay baños en las instalaciones
 – ni en ninguna en las que hemos rodado. Esta omisión vital ha sido siempre algo que me ha
 sorprendido. ¿Se proyectó así por razones económicas o concluyeron los arquitectos que los 
artistas no somos personas humanas y, por lo tanto, no tenemos esas necesidades físicas? 
En mis veinte años de artista he andado cientos de millas por las torres de Babilonia, las calles 
de Marsella, las arenas del desierto en la Meca, quioscos del metro, esquinas,… buscando como 
un loco…, no sexo, sino un cómodo y limpio baño.
“El rodaje continuaba de nueve a seis de la tarde… … si tenías la suerte de no aparecer en el 
primer corte, podías ir a tu camerino, que todavía no lo había limpiado la señora de la limpieza, 
para prepararte la parte de tu diálogo de la tarde. Después de hacerlo, pensabas que podías poner 
los pies en alto y relajarte. Cuando ya habías cogido postura y soñabas que estabas debajo de un 
cocotero en la isla de Bali-Ha’i con Shirley MacLaine (Ariadna Artiles, Eva González –traducción 
muy libre del traductor-) bailando la danza del amor solo para ti, entra el jefe de prensa 
acompañado de dos periodistas del sindicato de periodistas. Todo lo que quieren es cuarenta 
minutos de diálogo brillante. Si lo logran tendrán más que suficiente para la columna de 
mañana y podrán pasar la tarde en la playa…
… una vez que han dado las seis, todo el mundo corre hacia la puerta de salida. El director,
 el producto y nosotros nos quedamos visionando el resultado de un día de trabajo… … 
Cuando se han visto todas las escenas, se encienden las luces y todo el mundo mira al resto
 con ojos acusadores, salvo experto el productor que silenciosamente se ha deslizado hacia
 la puerta para finalizar sus planes para otro nuevo negocio.
De vuelta a la grabación de “Una Noche en Casablanca” era la última semana de rodaje, 
para cumplir el programa de rodaje -si no nos dijeron que nos iríamos de presupuesto- se 
decidió rodar todos los días hasta las diez de la noche. Teníamos que acabar el sábado. 
Nos mostraron unos números misteriosos de los que parecía deducirse que debíamos 
“matar” la película esa misma noche (algo, que por cierto, ya habíamos estado haciendo
 con bastante éxito desde el inicio del rodaje) para que ahorráramos una verdadera fortuna.
A la una de la mañana, la escena final todavía no estaba lista. (La escena consistía en 
una huida en avión en la que conforme despegaba el avión ellos trataban de subir 
a él mientras unos matones tratan de impedírselo) Mientras yo me zarandeaba de un 
lado al otro con una gran ventilador sobre mí para crear la sensación de que volábamos, 
tomé la decisión de que, para bien o para mal, cambiaría el curso de mi vida. Según colgaba 
del ala como un pavo desplumado, me dije a mí mismo: Groucho, viejo amigo, no te parece 
ésta una manera tremendamente ridícula de vivir los años que te quedan?. 
Acabamos el rodaje a las dos de la madrugada, nos dimos un apretón de manos los tres 
hermanos y ni a Chico ni a Harpo les sorprendió que anunciara que dejaba el cine”.
Rompamos el mito del epitafio de Groucho Marx
Existe un bulo sobre el epitafio de su tumba en el que por expreso deseo se habría 
escrito “perdonen que no me levante”. Pero es falso y lo puedo decir de primera mano. 
En mis tiempos de profesor universitario, como cualquier profesor universitario que se 
precie, me inventé una estancia formativa de tres meses en un Instituto de Estudios 
de la Calidad Ambiental que, casualmente, no estaba en Torrelodones (no vale hacer
 rimas fáciles…) sino California, más concretamente en Los Angeles. 
Entre las varias investigaciones y pesquisas que hice relacionadas con el tema de mi
 tesis doctoral -urbanismo y transporte en ciudades de tamaño media en España- visité
 la ruta de las misiones de Fray Junipero Serra, el parque de atracciones original de 
Disney -pequeño y decadente pero con encanto-, el parque de Yosemiti y su Gran Capitán,…
. Y también estaba visitar la tumba de Groucho Marx. Unos van a Torreciudad, otros a la Meca
, unos creen en Jehová, otros en Tom Cruise y otros en Billy Wilder (Fernando Trueba 
quien al recibir su Oscar por Belle Epoque dijo que no podía dar gracias a Dios, 
pero sí a Billy Wilder). En mi caso, en esa época de mi vida, tras acabar la carrera 
–probablemente eso explique parte de mi transtorno mental y ese gusto por el humor 
de los hermanos Marx- sentía verdadera devoción por los Hermanos Marx y ver la
 tumba de Groucho era algo que, ya que estaba allí, no iba a dejar de hacer. 
La tumba, no era tal sino que era un nicho. Groucho no fue enterrado sino incinerado -
como él mismo dijo, le hubiera gustado que el 10% de sus cenizas fueran vertidas sobre su representante-. Sus cenizas sí fueron sepultadas en ese nicho del cementerio Eden Memorial Park, en Mission Hills, en el condado de Los Angeles, donde este genio descansa por los siglos de los siglos. En el nicho, con las fechas separadas por la Estrella de David, se leía 
GROUCHO MARX
1890 – 1977
…………………………………….
Un hombre con sus grandezas y sus miserias, con sus vicios y sus virtudes,
 imperfecto como todos, incluso la bella Dafne, la bellísima y sensual Dafne 
que junto con Osgood, su enamorado y millonario armador protagonizaron
 el mejor final de la historia del cine (al primero que me diga la película y el director
 le invito a un gin-tonic, cerveza,… el primer día que le vea):
(Osgood conduce la motora que les lleva a Dafne y él hacia el yate)
Osgood, voy a serte sincera. No podemos casarnos
¿Por qué no?
Para empezar no soy rubia natural
¡No me importa¡ 
¡!Fumo, Fumo mucho¡¡
Me da igual.
Tengo un pasado horrible, llevo tres años viviendo con un saxofonista
Te perdono.
Y jamás podremos tener hijos
Podemos adoptarlos
Es que no lo entiendes, Osgood (quitándose la peluca) ¡Soy un hombre¡
Bueno, nadie es perfecto
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"Es una tontería mirar debajo de la cama. Si tu mujer tiene una visita, lo más probable 
es que la esconda en el armario. De hecho conozco a un hombre que se encontró con tanta
 gente en el armario que tuvo que divorciarse únicamente para conseguir dónde colgar la ropa."
G. Marx.
The End
dnl