22 de octubre de 2010

Groucho y yo (4ª parte)

 
(Para los economistas y periodistas que escriben sesudos artículos en las páginas salmón de economía 
y para los que les gusta y se atreven a romper moldes –no jarrones-)
ahora ya no bebo. Solamente lo hago de vez en cuando en fiestas para evitar que me pillen sobrio. Pero
 con la llegada de la Prohibición llegué a la conclusión de que si algo era ilegal debía tener atractivo que yo no había descubierto todavía”
G. Marx. 
Prohibido prohibir (total no sirve para nada)
Viernes, 1 de Octubre, 2010, en el periódico El Mundo. 
Esperanza Aguirre también comentó un tema polémico: la legalización de las drogas por la que ya apostó
 el ex presidente del Gobierno Felipe González. "Hay que plantearse muy en serio lo que ha propuesto
 Felipe González", recalcó ayer la líder ‘popular’, tras recordar que "llevamos muchísimos años
 persiguiendo el tráfico de drogas" y enumerar países, como Afganistán y Colombia, que viven 
envueltos en "auténticas guerras civiles" como consecuencia de esta lacra mundial”
Casi 100 años antes, en 1919 en EE.UU. entra en vigor la 18ª. enmienda de la Constitución por la cual 
eran prohibidas las bebidas alcohólicas. La llamada Ley Seca (o La Prohibición). Se prolongó hasta 1933
 y tendría como efecto un espectacular auge de los grupos mafiosos ligados al comercio clandestino del
 licor, lo cual motivó numerosas polémicas mientras se extendía la corrupción entre quienes debían 
combatirlos (¿nos suena todo esto a algo?). La prohibición se hizo efectiva en todo el territorio nacional
 el 16 de enero de 1920.
G. Marx escribió en sus memorias “Un ejemplo más de la hipocresía generalizada y la torpeza de 
nuestros líderes apoyados y votados por nosotros que, lejos de resolver el problema lo agigantan 
y hacen inmanejable por la incorregible manía de decidir qué está bien y qué está mal, tratando
 de poner puertas al campo”. 
El desprecio a la ley alteró las costumbres -principalmente de las clases altas- de forma
 extremadamente nociva. Los viejos “Saloons” desaparecieron dando paso a los “speakeasies” o
 bares ilegales. Contrabandistas sin escrúpulos introdujeron licores en el país desde México, 
Canadá o las Indias Occidentales para ser distribuidos a su clientela. Incluso algunos americanos 
comenzaron a elaborar bebidas alcohólicas caseras. 
La bebida comenzó a tener un nuevo hechizo. Altos ejecutivos y grandes empresarios burlaron 
olímpicamente la ley en sus mansiones y clubs convirtiendo la bebida en un signo de prestigio social
 (de eliminarla a convertirla en un símbolo de estatus). Siguiendo el ejemplo de la clase alta y 
hostigados por la rebeldía juvenil, los teen-agers, estudiantes universitarios y gente joven, 
en general, no se quedaron atrás en el consumo de alcohol. Todo parecía indicar que la prohibición 
dejaba de ser el “noble experiment” (noble experimento), defendido por los legisladores y votado 
y apoyado bienintencionadamente por los americanos. La peor consecuencia de la prohibición 
fue estimular el crimen organizado.
Groucho lo vivió así “Estoy seguro que las personas, entre las que estaba yo, que con buena fe
 votamos la Ley Seca lo hicimos convencidos de que en unas pocas semanas todo americano 
de bien rompería sus botellas de alcohol contra la pared y mantendría el compromiso.
Sé que no es una opinión nueva ni original pero el mundo está lleno de gente que piensa que 
puede manipular la vida de otras personas simplemente aprobando una ley nueva. Hay grandes 
grupos de personas en América que, si les dejaran, prohibirían cualquier cosa que personalmente
 desaprobaran –fumar (no fumo, nunca he fumado y me molesta entrar en un local que apesta a humo 
pero creo que la cruzada integrista contra los fumadores tiene más de populismo e hipocresía que
 de salud pública), beber, bailar, ir al cine, comer salami italiano y, si pudiera ser regulado,
 incluso el sexo.
Ahora todos sabemos el éxito que tuvo la Enmienda 18ª. No sólo no logró que la gente dejara 
de beber sino que ayudó a crear la mayor liga de matones que todavía hoy (en 1949, pero
 también en 2010) es más poderosa que el propio gobierno. 
Siempre habíamos tenido la parte normal que nos correspondía de carteristas, falsificadores,
 ladrones de bancos, maltratadores y una variedad de delincuentes de poca monta. Pero para 
qué robar el bolso de una viejecita cuando podías ganar millones elaborando falso alcohol. A pesar
 de la enmienda 18ª y la desaparición gradual de whisky real, la gente todavía tenía ganas de beber 
y anhelaba un traguito de vez en cuando. Pero el Gobierno, con su sabiduría habitual, en lugar de
 permitir a sus ciudadanos beber moderadamente como señoras y caballeros, logro que el whisky 
que bebíamos envejeciera en madera durante mucho dos semanas completas.
De hecho hubo gente que nunca había bebido y comenzó a hacerlo. Yo fui uno de esos millones que 
nunca había bebido antes del 16 de Junio de 1920. No es que lo desaprobara moralmente, simplemente
 no me gustaba su sabor. De hecho ahora ya no bebo. Solamente lo hago de vez en cuando en fiestas
 para evitar que me pillen sobrio. Pero con la llegada de la Prohibición llegué a la conclusión de que si 
algo era ilegal debía haber algo atractivo que yo no había descubierto todavía…
… No quiero dar nombres pero algunos de mis mejores y más talentosos amigos murieron antes de
 tiempo gracias a la Ley Seca. El daño que esta ley hizo al país por culpa de una panda de puritanos
 (bluenoses, “narices azules” –nota del traductor accidental-) nunca podrá evaluarse. La Prohibición 
creó a Al Capone, Dutch Schultz y otros cientos de “pequeños césares”. 
Debo reconocer que esta parte me impactó al leerla porque me hizo recordar los esfuerzos inútiles 
por ilegalizar, criminalizar el consumo de droga que lo único que hace es que cómo decía Groucho, 
las élites la consigan buena y pura, los pobres desgraciados barata y mala, y se hayan creado 
las mafias (los Al Capones y pequeños y no tan pequeños césares de nuestro tiempo), que el 
viento corra por el campo mientras los puritanos, bien intencionados como los que promulgaron y 
votaron –entre ellos Groucho- la ley Seca, tratan de poner puertas, ventanas, alambradas al campo. 
 
Creo que, y sin que sirva de precedente, tengo que dar la razón a Esperanza y Felipe. Dejémonos de
 hipocresías y legalicemos, controlemos, comprobemos la calidad y el uso de algo que queramos o no
 –va a estar siempre ahí. Como el alcohol, como la ludopatía, como la belenesteban-manía. Nunca 
he tomado droga y haré todo lo que esté en mis manos porque mis hijas sepan loo riesgos que implica
 y sus efectos. Pero prohibirla por decreto hará que, como ya ocurre, se invente drogas de diseño 
todavía más peligrosas. 
Y a mí me pasa también que podría dar nombre de amigos y amigas cuya vida se destrozó para siempre,
 en otros quedó marcada con heridas indelebles y en otros, su vida no resistió. Y fue por tomar mierda
 adulterada y sin control.
Groucho no es sólo un tipo que hace chistes simpáticos y protagoniza escenas rocambolescas. 
Su crisis, la del crack del 29 
"Hasta entonces yo no había imaginado que uno pudiera hacerse rico sin trabajar"
“Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen 
juicio y
 todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores que por entonces solo tenían el nombre de tales. Luego 
el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando garantías adicionales. 
Esta era una broma pesada."
G.Marx (1929, no 2008)
Otro de los episodios que también me llamó la atención fue el referido al crack del 29. Parece que está 
hablando de lo que hemos podido vivir recientemente en la última burbuja inmobiliaria, sin ir más lejos
. Unos momentos en que "muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los
 teatros de Broadway y en que los camareros y carniceros hablan de los mercados como si se tratara 
del partido del domingo”..
El siguiente párrafo me recuerda casi literalmente los comentarios que entre nosotros, los tertulianos 
de mente enciclopédica, las hojas salmón -biblia de los empresarios (Díaz Ferrán entre ellos- y aspirante
s a empresarios-: 
De tanto en tanto, algún profeta de las finanzas publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público 
que los precios no guardaban ninguna proporción con sus valores reales y recordando que lo que sube 
debe bajar alguna vez. Sin embargo, apenas nadie prestaba atención a aquellos conservadores
 imbéciles y a sus estúpidas palabras de precaución. Incluso Barney Baruch, el Sócrates de Central Park
 y el mago financiero de toda América, soltó una palabra de advertencia. No recuerdo exactamente 
la frase que dijo, pero vino a afirmar algo así: «Cuando la bolsa se convierte en noticia de primera 
página, es el momento de retirarse.»
Es curioso que ahora todos sepamos que es Goldman Sachs (uno de los principales responsables 
de la crisis mundial, que no cayó como Lehman Brothers porque, supongo que las ayudas –en su 
caso de 10.000 millones de dólares de los bolsillos del contribuyente americano- se dieron por 
orden alfabético y todos sabemos que la “G” va antes que la “L”…). 
Groucho cuenta cómo lo conoció gracias a un amigo actor: 
“Eddie, cariño - contesté con entusiasmo verdadero-, ¡has estado soberbio! Me disponía a lanzarle 
unos cuantos piropos más cuando me miró afectuosamente con aquellos ojos grandes y brillantes,
 apoyó las manos en mis hombros y 
dijo: -Precioso, ¿tienes algunas Goldman Sachs? 
-Dulzura -respondí (a este juego pueden jugar dos)-, no sólo no tengo ninguna, sino que nunca 
he oído hablar de ellas ¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harinas? 
Me cogió por ambas solapas y me atrajo hacia mí. Por un momento pensé que iba a besarme. 
-¡No me digas que nunca has oído hablar de las Goldman Sachs! -exclamó incrédulamente-. 
Es la compañía de inversiones más sensacional de todo el mercado de valores”. 
Paradojas del destino que unen 1929 con 2010 y a este par de actores inversores con nosotros, nuestros 
trabajos y nuestras dudosas pensiones de jubilación. 
Según cuenta, tuvo suerte ya que “Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte
. Lo único que perdí fueron doscientos cuarenta mil dólares (o ciento veinte semanas de trabajo, a dos mil
 por semana). Hubiese perdido más pero era todo el dinero que tenía. El día del hundimiento final, 
mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva 
York. [...] Todo lo que dijo fue: "¡La broma ha terminado!" Antes de que yo pudiese contestar el
 teléfono se había quedado mudo...se suicidó”
Hacia el paraíso terrenal (cuando Hollywood era un vergel y –pero no estaba Brangelina)
Tras ocho años de grandes éxitos en la costa este de Estados Unidos, la familia Marx al completo 
se trasladó a California gracias a un contrato que serviría de bálsamo para las heridas del crack 
del 29. En 1931 se montaron en el Santa Fe, tren que cruzaba los Estados Unidos –“los aviones 
todavía no tenían servicios comerciales fiables”-. Al llegar a Los Ángeles, el clima cálido y el paisaje,
 lleno de vegetación y árboles frutales y silvestres, el olor a azahar les cautivaron como cautivaron
 a Fray Junípero Sierra, primer español con permiso de los pan-catalanistas (era mallorquín) que 
pisó aquellas tierras. 
¡Qué poco se parece esta descripción al Los Angeles de las autopistas de 6 carriles por sentido-
 que conocí en el año 96, del siglo pasado, cuando disfruté de una estancia de dos meses gracias
 a una beca de investigación tan generosa que tuve que pedir a un compañero del centro de 
investigación que compartiéramos habitación (afortunadamente cama no –dicen que el roce hace 
el cariño…- porque había un colchón extra)¡- 
Sí que se mantenían las nueve misiones que Fray Junípero Serra, franciscano, fue fundando en 
su evangelización de la Alta California. Cuando el Rey Carlos III cambia de equipo, echa a los
 jesuitas y ficha a los franciscanos para poner orden un poco de orden en Méjico, Fray Huniperous
 –como le llaman en California- iba de entrenador y responsable de los nuevos fichajes. Se desplaza
 a la costa de California pero no a hacer surf, ni conocer a las vigilantes de la playa (era un monje…)
 o hacerse un chalecito en Santa Mónica junto a Pamela Anderson (seguro que más de uno nos
 hubiera gustado gustado evangelizarla –el teclado me ha dado un calambre por comentario
 impropio –aunque ahora que Bibiana ya no es Ministra… ¡ya no es lo mismo!-…). Fue a catequizar
 (explicarles el catecismo… por si alguno ya lo ha olvidado o piensa que es el último ladrillo de Ken
 Follet) a los indígenas a los que también enseñaban nociones de agricultura, ganadería y albañilería
, les proporcionaban semillas y animales y les asesoraban en el trabajo de la tierra. Las mujeres,
 por su parte, recibían adiestramiento en las labores de cocina, costura y confección de tejidos 
(EDña Secretaría de Estado Aído que te veo, ¡que eran otros tiempos, mujer¡). Podemos por tanto 
decir que sin este buen hombre no hubiera existido Napa Valley, Dallas, Angela Chanin,… grandes 
personalidades del vino californiano.
Recuerdo como si fuera hoy el viaje en coche, de unos ochocientos kilómetros, que separan Los Angeles
 de San Francisco parándome en las nueve misiones que fundó el amigo Junípero que se conservan
 más o menos bien y que con el tiempo crecerían para convertirse en importantes ciudades como son 
Los Ángeles, San Francisco, San Diego, Sacramento, la Purísima Concepción, Santa Bárbara, Santa Mónica,….
 Me hacía mucha ilusión ver que toda la toponimía de las ciudades, ríos (río Quebrado,…), 
valles (del Silencio,…) era completamente española, mientras escuchaba a Lionel Richie (una de sus
 canciones “Stuck on you” me recordaba a mi chica –ahora mujer- y me ponía tontorrón) e iba por
 una megautopista a 110 kilómetros por hora porque si me pasaba me podían meter al trullo –y allí 
no son como nuestros forales o guardias civiles, no se andan con chiquitas-.
Nos cuenta Groucho que “el cine sonoro acababa de desplazar al mudo, introduciéndose en la
 industria del cine y asustando a la mayoría de los actores de éste último. La Realeza de los 
Angeles la formaban ahora Greta Garbo, Charles Ray, Fairbanks,… los impuestos eran por 
aquel entonces testimoniales y los reyes y reinas de Hollywood vivían más lujosamente que 
la mayoría de las dinastías reinantes en Europa. La gran mayoría hondeaban sus billetes como 
si los hubieran hecho en el sótano de su casa. Se construían bañeras de oro puro, tenían Rolls-Royce
 con chófer, tomaban champán para desayunar y caviar cada cuatro de hora. Era la clase 
de vida que ahora (1959 –nota del traductor accidental o accidentado-) solamente existe en
 las páginas de las revistas de cine o en la realidad de los hijos de algunos dictadores
 de Latinoamérica.
Había mucho talento entre los veinte mejores pero el resto eran únicamente caras guapas
 y cuerpos espléndidos. Algunas de las chicas conocían a sus productores mejor que éstos 
a sus esposas. Llegado el momento se convertían en sus esposas y sus ex esposas se 
convertían en agentes de cine o inmobiliarios.
Era la Tierra de Nunca jamás que nunca en ningún lugar se había producido desde los buenos
 tiempos del imperio en Roma”. 
Rompiendo moldes, salvando su bigote….
Cuando dejaron “Animal Crackers” y les contrató la Paramount su primera película fue “Cocoanuts”. 
Nada más comenzar el director y el productor le informaron de que debía dejar de aparecer con un
 bigote pintado con betún porque según ellos nunca nadie había llevado un bigote pintado en la gran 
pantalla y el público no estaba acostumbrado a algo tan falso y no les iban a creer. “La audiencia no
 nos cree en ningún caso –contesté. Todo lo que hacen es reirse de nosotros y para eso pagan su
 entrada¡… …al final llegaron aun acuerdo, harían una actuación experimental con el bigote pintado 
en un teatro local. La reacción fue la misma que habíamos tenido en la Quinta Avenida en Nueva 
York en nuestros tiempos del vodevil. A la audiencia no parecía importarle qué bigote llevara si 
los chistes eran graciosos.”
Probablemente me encuentre, sin ánimo de fanfarronear, entre las personas que más espectáculos 
de marionetas ha visto –primero de niño, luego de mayor con alma de niño, luego de mayor dedicado
 al teatro infantil como actor y marionetero, y luego como padre con hijas que las llevaba al teatro 
de marionetas o les organizaba una función en sus cumpleaños. Y tanto a mí como a mis hijas nos 
aburrían las funciones cuando o eran grabadas o estaban tan bien preparadas y medidas que no 
admitían interacción con el público. Una función encorsetada y enlatada no tenía gracia ni frescura.
 Era maravilloso cuando la marioneta o el actor se nos volvía y preguntaba aquello de “habéis visto al
 lobo? Por dónde se ha ido???? Y todos/as contestaban ¡por allíiiiiii! O cuando algún actor se 
encontraba con un niño entre el público que acababa siendo un personaje más provocando el ingenio
 y el sudor del actor  (improvisar es más difícil que cacarear el guión) pero convirtiendo la función en
 la mejor de todas. 
Decía Groucho que “en el escenario del teatro y luego ya en el cine le gustaba salirse del personaje
 y dirigirse al público o a la cámara. Después del primer día de grabación de “Cocoanuts”, el productor
 (que pronto se retiró por el bien del cine) me dijo “Groucho, no puedes salirte del personaje y
 hablar al público¡¡
Como todo el mundo que está pegado a la tradición, estaba equivocado. Hablé siempre al publico
 (a veces me contestaban ¡lo que me desconcertaba¡). A pesar de todo la industria del cine siguió 
como siempre y yo, por mi parte, seguí hablando al público y a nadie parecía importarle.
Una de las frases que en el trabajo, en la familia, en la tribu más nervioso me pone es la de 
“es que siempre se ha hecho así”. Según eso seguiríamos en taparrabos, comeríamos carne
 cruda y seríamos nómadas. Oir esa frase me hace correr un sudor frío por la espalda y hace 
que, sé que es un prejuicio, bajarle un punto en la nota global al interlocutor o interlocutora. Me gusta
 cuestionar las cosas, es más divertido, más enriquecedor y como decía G.B. Shaw (las personas 
poco razonables) hace avanzar al mundo.
En esto, como en otras muchas cosas, Groucho y yo estamos de acuerdo (en otras muchas no
 –yo, por ejemplo,  nunca iría al trabajo con un bigote y unas cejas pintadas de negro-). Y a mí, 
como a él me ponen nervioso los CCCC, (Compañeros Contra Cualquier Cosa), habituales en 
todos los equipos, empresas, no importa el sector, el país,…Afortunadamente se les reconoce
 fácilmente ya que en cuanto haces algo diferente, cuando se te ocurre “alguna ocurrencia (léase, “algo distinto”)
, haces la pregunta clave “¿por qué? se encontrará con una mueca de desaprobación y suficiencia
 y con comentarios como el ya famoso “es que siempre se ha hecho así” a veces adornado con un
 “déjate de bobadas y a lo tuyo”. Hay quien los llama Creaticidas, porque les encanta tumbar 
cualquier nueva idea, cualquier iniciativa creativa que surja, que no controlan, que les da miedo 
y que, por supervivencia, rechazan de plano.
“Hay gente que no hace nada más en esta vida que luchar contra el progreso o el cambio. Estoy
 convencido que sus antepasados fueron los que se rieron del primer autoarranque de un coche 
y se rieron de los hermanos Wright y sus estúpidos intentos de levantar del suelo aquel artilugio.
Estoy igualmente convencido de que los granjeros (una de sus dianas preferidas) cuando se les
 explicó pacientemente que las tuberías no necesariamente tiene que ser en el patio cerca de la pocilga, 
y que podían colocarse dentro de su casa. Y muchas vacas se sentirían indignadas cuando las manos
 familiares del granjero las cambiaron por un aparato eléctrico conectado a sus ubres.
Imaginad el disgusto de los barberos cuando se las hombres empezaron a utilizar sus maquinillas eléctricas”
dnl

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